Durante estos cien días del presidente Macri me mantuve callado. Callado para pensar y sentir, para poder sentipensar.
En estos primeros 100 días de nuestro querido país, se despidió de sus empleos (entre público y privado) a 100.000 personas. Podríamos decir entonces que fueron 1.000 despidos por día.
Esta terrible situación me ha dejado absorto y desconcertado.
Cien mil personas que miran a sus familias entre la tristeza y el enojo, entre la desesperación y la ausencia.
Me cuesta entender como se llegará a la "pobreza cero" con tanta persona desocupada sin horizonte a la vista.
Me cuesta creer que tantas otras personas, vean y sientan lo que está pasando y sigan enredadas en la grieta, en este Paradigma instalado de polarización.
En estos cien días es notorio como aumentó en la consulta el temor y la incertidumbre, la angustia y el desasosiego.
Desde esta forma de estar con otro y con mí ser, me miro y percibo tantas situaciones semejantes, tantas embestidas sin sentido, tantas traiciones como componendas.
Desde esta persona que sigo siendo, sigo recibiendo cada día más a ese otro que sufre esta incomprensión.
En estos cien días se hipotecó al país como para que los nietos de mis nietos paguen la infamia.
Solo cien días para que personas elegidas por el pueblo, cambien su voto por unos sanguchitos con tres mates fríos.
Lo sé. Lo se perfectamente. "La clase obrera va al paraíso".
También se que todo pasa. "Todo pasa y todo queda" y seguro que pasará.
Porque pudimos atravesar con inmenso dolor los 30.000 compañeros desaparecidos. Porque por lo menos allí, la tortilla dio vuelta, y esto ha sido una cruda y larga experiencia que traspasamos.
Así que esto será historia en unos años, una historia de dolor, una vez más.
Ahora tenemos estos números inasibles por delante de nuestras narinas.
Pero si nos quedamos en los números, si solo vemos los 1.000 despidos por día, si solo registramos los millones de dólares en comisiones y ganancias para 10 familias. Si solo miramos números nos perdemos a las personas.
Sentipensar es reunir el pensamiento, que habita allá lejos y la emoción que palpita en el pecho. Sentipensar es una maravillosa ecuación humana que reúne ambas condiciones y nos permitirá ver lejos de la polaridad entre derecha e izquierda.
Podría enfocar en otros tantos números que resaltan y sacuden. Claro que podría.
Podría iluminar el desguace de la cultura, la ausencia en la educación y la salud pública y el barrilete de oportunidades que se usan en los medios.
También puedo hablar del inmenso amor con que miles de personas reciben y construyen puentes para salvar y generar oportunidades de vida.
Intentar salvar personas que como espejos, somos esas personas.
Podría dar números pequeños o inmensos, todo eso podría. De nada sirve si no vemos a una persona.
Entiendo que hay muchos ciegos, desde mi condición lo entiendo. Entiendo que tantos ciegos pasen por el lado de una persona que sufre tanto destrato como invisibilidad, tanto desinterés como apatía. Lo puedo entender desde esa discapacidad en no poder ver.
En el "Ensayo sobre la ceguera" José Saramago muestra un extraño caso donde la ceguera se contagia y termina en ese mundo de ciegos, con unos dominadores y otros dominados.
Hace unos días pasaron un video con unas escenas patéticas. Un video de España que muestra con claridad la indiferencia y perversidad de este sistema en el que estamos inmersos.
Unas personas, aficionadas de un club de fútbol holandés estaban en Barcelona por un evento futbolístico.
Otras personas en condición de pobreza residentes del lugar, se acercaron para pedir unas monedas.
Los turistas deportivos primero se negaron y luego de una insistencia, uno de ellos tiró una moneda al piso.
Una mujer y luego otras, fueron por la moneda. Allí otro de estos engendros tiró varias monedas al piso y de rodillas las mujeres intentaban hacerse de su comida.
Un grupo de españoles comenzó a insultar a estos perversos y fue allí que uno de ellos extrajo sus billetes de Euro y los quemó frente a la desesperación de los necesitados.
Fue terrible. Indignantemente terrible.
Todo esto pasó por esta ceguera colectiva, por esta incapacidad de mirar personas y alimentar descaradamente a sus propias billeteras.
Es por todo esto que estoy pidiendo a cada una de las personas que habitan estas tierras que sentipiensen.
Que no se lancen al insulto o a la alabanza (todo eso está en el paradigma polar); les pido que miren, que miren al otro como un hermano, como una persona sufriente y entre tantos números, en una próxima condición de pobreza.
Alejandro Nevio Lemos
18 de Marzo de 2016
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