Ese domingo quiso probar el nuevo sistema de conducción automática en las autopistas.
Salió por la tardecita en un viaje corto hasta Pilar. Con el día soleado y ansioso por experimentar tan alta tecnología recién implementada.
Estaba convencido: ¡Reducción a 98% en accidentes de tránsito en autopistas!
Un carril exclusivo con micro celdas que conectadas a la computadora del auto, toman el comando y eligen la velocidad, la distancia apropiada con el otro coche, el ángulo de giro para las curvas, la frenada y aceleración. En fin, una innovadora forma de conducir sin hacerlo, de mirar el paisaje mientras el auto transita el camino.
Fijó todos los datos en la computadora, el lugar de inicio del recorrido, la salida elegida, cuantos metros antes quería para tomar el mando de la conducción, todo con alarmas y un maravilloso sistema parlante que combina el GPS, los sensores del carril dedicado, la tecnología interna del vehículo y los satélites comunicacionales.
Todo fue tan hermoso, agradable y excitante que cuando llegó a la división donde se eligen los tramos a Pilar o Escobar, no se dio cuenta que había errado el camino.
Apretó el botón para suspender la automatización y así manejar su coche y el equipo de computación no respondió.
Intentó reiniciar la computadora y fue inútil esa maniobra. Todo siguió igual.
Pensó en frenar, mover el volante y hasta cortar la corriente eléctrica del vehículo. Lo hizo ya en una situación de confusión y angustia. Nada pasó.
Se calmó por un instante al ver un cartel de autopista con un número telefónico. esto tampoco lo dejó tranquilo, nadie contestó a su llamado.
La noche estaba iniciada, el tanque de combustible casi lleno. Las manos traspiradas, una respiración agitada y un intenso temblor se apoderó de él, perdiendo totalmente el control.
En una de las curvas, poco antes de llegar a Rosario, el auto bajó notablemente la velocidad. No lo dudó, abrió la puerta y se tiró.
Rodó por el pavimento, afortunadamente sin lesiones.
Vio como se alejaban las luces traseras en un andar perfecto de su auto.
Transitó por el costado de la autopista mientras pensaba: Caminar es más seguro.
Alejandro Nevio Lemos
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