Silencio y armonía en la discusión




La palabra discusión ha gozado de mala prensa por mucho tiempo. Incluso, el asociar una discusión con las palabras armonía y silencio, parece poco probable.
Un grupo de personas reunidas por un interés común, tiene en distintos tiempos las necesidades de discusión, silencio y armonía.
Me detengo en mis pensamientos como yendo a un gran concierto de sinfónica.
Digo me detengo, por que la etimología de la palabra concierto quiere decir discusión.

En una orquesta, se van sucediendo discusiones, CON VEHEMENCIA SE SUCEDEN LAS COMPETENCIAS DE LOS INSTRUMENTOS.
Los violines desgastan sus cuerdas para tratar de sobresalir ante las tubas y los incesantes atropellos del corno.
Los chelos, con su tono más bajo, resisten igualmente la sonoridad del piano.
Hay instrumentos que mantienen la discusión durante la obra completa, y otros, acontecen en una contestación única. A veces solemne, otras estridente.
La discusión se sucede, y piensen en la primavera de Vivaldi, con tiempos.
Los tiempos acontecen según  las necesidades de cada instrumento, o de grupos de instrumentos.
Imagino lo dificultoso que le sería al trombón resoplar durante más tiempo que lo que los pulmones lo asisten.
También, ahora quiero hablar de dos partes que parecen arduas en una discusión: El silencio y la armonía.
Cada instrumento pacta para si sus silencios. Acorde a las necesidades propias y del conjunto.
Son múltiples las necesidades que conllevan a un silencio en un concierto o discusión.
Hay notas en la partitura que van trazando los silencios con extrema elegancia. Ya sea para escucharse  desde otros instrumentos o para abrirse a la discusión en otro tiempo.
Hay una etapa previa al concierto que cada instrumento afina en solitario como un soliloquio perdido. Durante este momento, nadie se entiende, están abocados a escucharse independientemente cada uno de los integrantes a sí mismo.
La armonía en si, es la capacidad que adquirió el grupo d músicos en hacer escuchar cada uno a su instrumento y confrontarlo con los otros en todas las sutilezas.
La armonía no es entonces paz y amor. Es el poder escuchar a todos los instrumentos en un acuerdo. Bastará para esto escuchar Buenos Aires hora cero de Piazzola.
De pronto, se inicia el concierto y se establece una armonía.
Este grupo de personas, igual que un grupo de músicos, discuten fervorosamente a la par que escuchan significativamente y ninguno sale enojado por que ha podido decir todo y escuchar a todos.
El enojo entonces parece que es como si desafinara un instrumento impidiendo la armonía. Por lo tanto, en contraposición, la armonía mantiene al enojo alerta para no desafinar las notas
Esta parte de la discusión me ha dado deseos de escuchar a otro concierto. Estoy pensando en buen jazz, veré que acontece.
Alejandro Lemos

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