Me gustaría en este día, hablar del “Che”.
Me temo que no
será la persona que caminó gran parte de Latinoamérica. Sino del che, una
palabra de nuestros pueblos originarios y que hasta la fecha es usada
coloquialmente y en diversas palabras de nuestro léxico.
Vocablos como Che que representa
personas o gente, chúcaro, huemul es
nuestro ciervo, mapuche es gente de esta tierra, pichi es pequeño, pucará es una fortificación, yapa eso que se regala,
zapallo, choclo, felpa, gaucho, huacho, laucha es un ratoncito, pilcha, poncho,
pucho, estas últimas tan usadas por los jóvenes.
Pueblos
originarios como Tehuelches, Puenches y Mapuches, que no estuvieron
relacionados, también tienen “che” en sus nombres.
El
Mapudungum es el habla de los Mapuches. Mapu refiere al lugar y che
expresa ser vivo que se mueve por si sólo. Desde la cosmovisión occidental, se atribuyó
“che” a los que poseen espíritu y alma.
Elijo hablar del
che, por el solo hecho de pensar en las personas, para compartir esta voz de
nuestro pueblo.
EL che es
persona, y mucho más que persona. El che es lo que involucra a esa persona
desde lo espiritual, social y familiar.
Por esto, el che
tiene una validación sensiblemente mayor a ser señor, o doctor o profesor.
Porque el che,
involucra a todas esas por el solo hecho de ser persona.
Hoy le quiero
regalar a cada che, un finísimo espejo con gotas de rocío. Un espejo que
ilumine en este día, en este presente nuestro, las formidables imágenes que
fueron sustentando cada che.
Como el che trasciende
mas allá de los títulos y las palabras, cada che fue iluminando este sur de
todo sur, donde vivimos nosotros.
Con simples
destellos, cada che, abrió los postigos de las ventanas y se introdujo para
quedarse. Para estar cada che presente en nuestra presencia.
Lo indeleble del
che lo hace más fuerte. Lo abarcativo lo fortalece. Lo primitivo del che lo hace
ser presencia.
Como se abrieron todos los che
al universo, me gustaría con este reflejo imaginario
mostrar tantas pisadas que cada che caminó. Tantas miradas que cada che
acompañó y tantos silencios que cada che armonizó en las orquestas de la vida.
Espero que nuestro che pueda
recibir en este día la eterna contradicción de amar, a la vez, al sol y a la
luna. Igual a los Mapúmche, igual a todos los seres vivos que habitan un sector
del cosmos, originarios de la Tierra,
igual que cada uno de nuestros che, únicos e irrepetibles.
Alejandro Lemos
Hola Alejandro,
ResponderEliminarMe dirijo a vos enviándote un email en privado y no por la RICP.
Te escribo desde Santiago de Cali, Colombia para decirte que me he tomado tiempo para leer algunas cosas que has escrito y me ha parecido fascinante todo lo que compartes. Me gustó mucho la lectura sobre ché, como expresas lo que significa ché y aunque conozco la Argentina, puedo decirte que no me imaginé todo el trasfondo cultural e histórico que tiene para vos y los argentinos decir ché. Ojalá los guías turísticos nos explicaran a los extranjeros cuando viajamos a la Argentina todo esto que vos contás sobre tu pueblo, no sabes el gusto que sería aprender viajando todas estas cosas de una cultura tan latina como la argentina y tan cercana con la mia, que es la colombiana. Puedo contarte que desde mi ciudad ya puedo comprar yerba mate, que ya por fin, la están importando y que ahora sabiendo lo que significa ché, me tomaré unos mates con amigos en Colombia, con más gusto por esto que has contado en tu blog sobre ché.
También he estuve leyendo algo en "Miradas y Visiones" sobre la relación de los dos vecinos y me ha parecido muy interesantes y ya me detendré un momento para enviarte en otro email alguna reflexión de mi parte, a todo esto que has escrito, que me llega mucho al alma respecto a todo lo que implica ser realmente empático.
Gracias por compartir tu blog!
Un gran abrazo,
Ana Mercedes Escobar
Psicóloga Humanista
Colombia.