24 de Marzo
Hoy es un día como para
escuchar a Miles Davis en “A kind of blue”. En ese espectacular solo de
trompeta, masajeando mi corazón dilatado con extrema ternura.
Hoy es un día como para
ir a ver el río. Este hermoso río que parece planchado. Un gigante sereno, un
estuario inalcanzable.
Hoy es un día en este, mi
querido país, en el que algunos estamos recordando. Sosteniendo la memoria para
permitir la presencia.
En este día de la
memoria, no parece necesario hacer mucho esfuerzo. La ausencia delata a la
presencia como “El Corazón delator de Poe”.
La ausencia recubre a la
presencia con signos indelebles. Como un pupitre vacío en el aula, como un
brazo faltante del cuerpo, como una fábrica sin obreros.
En los grises de las tonalidades
en la ausencia, me aparecen dos en este día. La ausencia que luego de varios
días se fue conversando la partida del abuelo, por ser viejo nada más.
La otra, la ausencia
desgarrada. La que a los tirones la presencia desapareció. Esa ausencia me confronta
con dos palabras: lástima y lastima.
Como si no pudiera
escapar de este día pendular, De esta polaridad lingüística. De la dicotomía de
las palabras. Me acerco despacio a los dos mensajes.
La lástima es un
sentimiento de pena o dolor por alguien que sufre, entonces la lástima se
aplica mejor a la sensación de lo que causa el mal.
Por otra parte, se
lastima con una herida. Un corte en el cuerpo, un azote vergonzante, una picana
inmoral.
Se lastima también,
cuando se tiran por un avión personas adormecidas al mismo río que hoy está
manso y tranquilo.
En el humilde barrio de
San Cristóbal, en las veredas de la avenida San Juan, hay gran cantidad de
arbolitos jóvenes, no tienen muchos años. En la base de cada uno de ellos, hay
un nombre y apellido, una mínima forma de
mantener una presencia en esta ausencia de más de treinta años.
Será cuestión de salir a
caminar y quedarse entreverado un rato con ellos.
Alejandro Lemos
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