Para Carmen, Lina,
María, Noemí, Teresa, Dámaris, Fátima y Juana
“las mujeres de mi casa nacen artesanas”
(Teresa Toribio)
Ellas saben de si
como el río de su cauce.
Ellas sienten sus manos
cuando húmedas de vida
indagan la fibra robusta.
Ellas distinguen
y caminan el monte,
reconocen
el íntimo secreto
de una anciana de mil años
que mil años antes escuchó
como se elige el chaguar.
Ellas saben de si
y sus manos vuelan de siesta.
En serena armonía
desmoronan el sentido
y generan un firme hilo.
Abren el color y sus dedos
impregnan de sol cada ovillo.
Ellas saben de si,
perciben el momento,
la profunda emoción del
telar.
Las manos danzan temprano,
apartan el patio sediento,
juegan los niños
con gatos, como niños.
Ellas saben de si,
conocen sus manos
(y la de sus ancestros),
abren cielo de rocío
conectan
cada hilo, cada tono.
Entre sonidos de vida,
entre susurros
relegados,
entre pájaros entusiasmados
la figura aparece,
la indivisible silueta
del arte de sus manos.
Ellas saben de si.
Ellas ríen de amor.
Alejandro Nevio Lemos


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