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Del libro Sur Esa palabrita

Tenía cinco pesos
y la leche salía nueve,
pensó en pedir el resto,
aunque
ella sabía las respuestas:
de cada diez, cuatro
moverían la cabeza,
algo parecido a un no.
Dos, la putearían
sin mirarla.
Otros dos fingirían,
como en sus orgasmos;
que no tienen plata.
Uno le diría
que vaya a trabajar
o la aconsejaría,
en definitiva sería lo mismo.
Por último,
uno le daría
con cara de santo
o de pena.
Entre dientes apostaba
jugando con el frío
entre las piernas.
Rogaba entonces
que el primero del azar
fuera el último.


2 comentarios:

  1. cuando flexionan el pescuezo frunciendo el ceño sin pedir al honorable corazón un consejo, se sabe que la respuesta llega antes que pedido supino, el NO, no es rotundo, ese NO, es un enjambre de movimientos contrariados entre flexiones y contracciones, el idioma da miedo y el secreto de no escuchar se esconde en todos sin saberlo. Hermoso amigo, Abrazo de Oso

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