Montesco o Capuleto


Montesco o Capuleto

En los últimos tiempos  se ha instalado una tendencia a la polaridad, a la ideología polar.
Es un mecanismo de poder que avanza sin criterio y ambiciona mostrar un solo lado.
Se ha emplazado un mundo de arriba o abajo, blanco o negro, Montesco o Capuleto y como último ejemplo, intentando no confundir, la polaridad de derecha o izquierda.
El universo se expande y sus polos (metafóricamente hablando) se van separando y todo lo que habita entre los extremos, queda invisible y sin sentido.
En ese medio de blanco o negro, hay miles de matices que son en definitiva los que sostienen la trama del tejido. La belleza de la trama aparece claramente en la diversidad.
Esta polaridad brota en diferentes culturas y sociedades, con innumerables formas que han adecuado este mecanismo para conseguir o conservar el poder por medio de la ideología polar.
La inmediatez de la comunicación ha servido de sostén para esta polarización, la noticia se expande como el universo y se la da por certera donde la quieren instalar.
Algo que incide de forma contundente en esta polarización de arriba o abajo, blanco o negro, buenos o malos,  es una constante manipulación de la información.
La información (cualquiera que fuera), está cargada de una subjetividad y una intencionalidad que arrasa con los sentipensares de cada uno de nosotros, y nos dejan envueltos en una cola de cometa yendo inexorablemente a uno de los polos.
Parece entonces que una noticia o un escándalo tiene tal gravitación que resulta necesario tomar posición y ya sea como estandarte del asunto, o como  mero seguidor, nos involucramos directamente para ir hacia uno de los polos.
El propósito de esta ideología polar es mantener un gran colectivo deslumbrado por el impacto y avanzar como ciego hacia una punta, sin poder encontrar tornasoles.
Podemos intentar alejarnos de lo polar para entrar en las gamas y retirarnos de esta nueva tendencia, que dejó atrapada a gran parte de nuestra población.
En los matices se descubre la unicidad, la alteridad y la distancia apropiada para que nuestros pensamientos se abran a la abstracción y la meditación.
La filosofía tiene en sus dos primeros pasos algo interesante: primero se asombra, se asombra ante el hecho o lo que percibe. Luego, se pregunta.
Les propongo y me propongo el estar atentos a estos pasos y así alejarnos o cuestionarnos la ideología polar.
Una propuesta posible es hacer una lista de cosas que nos dan felicidad. No estoy hablando de esas cosas que seguro a la humanidad le daría felicidad, como salvar a los niños del hambre o la paz mundial. Estoy hablando de esas pequeñas cosas que son indivisibles para nuestro ser.
Por ejemplo, y solo para alimentar esta idea en mí, se me ocurren algunas: El sonido de la lluvia en un techo de chapa durante la siesta. El olor del arroz con leche cuando se está cocinando. Estirar los dedos como un gato para sentir mis manos o unas hojas de menta fresca en la boca.
Si cada uno de nosotros hiciera una lista de esta manera, quizás  pueda darse cuenta  lo extensa que es su propia lista de felicidad y lo lejos que está de la lista mediática que nos imponen.
Acercarnos a un matiz, a ese tono donde nos sentimos nosotros, dejará lejos a este vendaval mediático, a esta ideología polar,  y así podremos seguir en la construcción   de nuestro ser, como individuos únicos e irrepetibles.

Alejandro Nevio Lemos

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