Hay una luna bellísima, me dijo. Entonces pensé, que afortunados que somos que viramos la misma luna.
Una luna abierta, llena, totalmente latinoamericana.
Los mismos destellos que reflejan las miradas en el Dique do Tororó, el Ipacaraí siempre azulado, el gigantesco Maracaibo y la plenitud en el alto del lago Cacha, son tan similares como que es la misma luna.
En una mina de cobre que filtra un chorrillo de agua, con solo eso iluminará la luna de Rancagua tanto como el manantial de la plaza de Cuenca o las brillosas gotas del arroyo que cae por Villa de Leiva.
El mar, ese misterioso espejo de la noche, recibirá en su infinito reflejo, los centelleos de luz en Cabo Polonio, la negra costa de Piura,y la misma negritud del malecón de La Habana.
El puerto de Caldera tendrá esta noche la misma luna que el de Veracruz y el austral puerto de Bahía Blanca.
Todos podremos saborear la misma luna, cada uno con su experiencia, cada uno a su momento.
Todos podremos brillar juntos, recibir la misma cara iluminada donde quieras que pises, estaremos unidos por la misma luna.
Alejandro Lemos
5 de Junio DE 2012
QUE HERMOSO ALEJANDRO COMO TODO LO QUE ESCRIBES, ES BELLISIMO, Y APASIONANTE, UN ABRAZO, AMANDA
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