Para Melina


Cuando llegan las fresias,
podemos caminar el viento
y dibujar el silencio.
Sentimos que la brisa nos empuja,
como un tornado valiente
y miramos el mar
con la sal de la montaña.

Cuando llegan las fresias,
tenemos destellos de vida
como para escribir un cuento.
Corremos y el sol no se acuesta,
para darnos mas días
y poder bailar
o soñar con mañana.

Cuando llegan las fresias,
es imposible dormir,
con la luna siempre atenta
para poder construir
otra Alejandría.

Cuando llegan las fresias,
llegaste vos
y te hundiste en nuestras vidas.

6 de marzo de 2000

No hay comentarios:

Publicar un comentario